Cuándo era niño, mi abuela siempre le compraba telas a un señor que iba todas las semanas de casa en casa. Mi abuela lo llamaba el marchante. Este señor llevaba telas en un maletín y todos los sábados a la misma hora tocaba el timbre ofreciendo su mercancía. Cuándo mi abuela compraba algo tenía que esperar una semana para que se lo entregaran. Una vez, acompañé a mi abuela a hacer unas diligencias y pasando frente a una tienda de telas, le pregunté que si quería entrar.... [Continuar leyendo]