Era un día soleado en Austin, Texas. Las brisas secas de la mañana de verano de agosto daban la bienvenida a Ian Dille, mientras salía del carro para entrar a la empresa que tenía junto con su esposa. Se acercó a la puerta del negocio, llaves en la mano, cuando notó algo inusual en la periferia de su visión. La pared blanca de ladrillos que colindaba con la puerta tenía un dibujo extraño, una especie de logo críptico.... [Continuar leyendo]