Yo no tomo bebidas gasesosas y no vivo en Estados Unidos. Pero después de ver la campaña “The Coca-Cola Tattoo Can” me provocó ir al super y comprarme una docena de latas de refresco con mi apellido impreso en un costado.
Y es que la nueva campaña de la multinacional que muestra envases de sodas con apellidos latinos fue diseñada para apelar al orgullo de la identidad hispana a través de la herencia familiar. A diferencia de la estrategia global de colocar nombres propios en las botellas, Coca Cola se las ingenió para incluir en el empaque una etiqueta con los apellidos deletreados al revés y que puedes adherir a tu cuerpo como un tattoo temporal presionando la lata sobre alguna parte de tu cuerpo.
Además del bien pensado trabajo de segmentación de los públicos y del innovador desarrollo del producto, la campaña de “la lata tattoo” apareció justo en un momento de intensa polémica sobre la población latina y las políticas migratorias estadounidenses.
Aunque Coca-Cola aseguró que la pieza fue planificada para exaltar el mes de la herencia hispana celebrado en octubre, el público la asoció como una respuesta de la marca en apoyo a la comunidad latina ante los comentarios denigrantes del magnate y precandidato presidencial Donald Trump sobre los inmigrantes mexicanos y su promesa de expulsarlos si llega a la Casa Blanca.
Pero el video que se viralizó en las redes sociales con el hashtag #orgullosodeser no se dirige al link posteado en la página web de la Coca Cola, sino a otra cuenta de YouTube que subió el video con el título “Anuncio de Coca-Cola dedicado a Donald Trump”, y que contabilizaba más de un millón de vistas a mediados de septiembre.
Uno de los aprendizajes de esta campaña es que no siempre los creadores de las estrategias son los que triunfarán a la hora de comparar los numeritos de las métricas porque el video en español de la Coca-Cola apenas alcanzaba las 135.000 vistas. Pero al final del día, la marca es la que ha capitalizado la atención y está en la boca de todos.