Segmentar en marketing: ¿para qué?

En una ocasión, mi amigo Juan me contaba que cuando era niño le encantaba volar cometas pero se sentía frustrado si no podía comprarla aunque tuviera el dinero.

Adquirir una cometa dependía del ánimo del vendedor en aquel entonces. Mi amigo no  podía pedir el diseño o el color que más le gustara porque nadie le pedía su opinión, solo se vendían las que fabricaba el productor.

Así, con el dinero en mano mi amigo compraba a veces una cometa que ni le gustaba pero esa molestia se disipaba cuando al fin podía jugar.

Por lo tanto, ese objeto de deseo era siempre anhelado porque su acceso de alguna manera era difícil y costoso.

En aquellos años mozos de mi amigo no se imponía el gusto del consumidor sino el del productor, situación que en algún momento hizo muy infeliz al pequeño Juan.

No obstante, si él hubiese crecido después de los años 70 habría encontrado otra situación: en la era del marketing y de la comunicación, la demanda del consumidor o del cliente final es la que guía el proceso de compra.

Con la irrupción de la idea de que son los clientes los que hacen el mercado, las cosas cambiaron.

Hoy en día aquel vendedor de cometas poco creativo simplemente no habría existido porque hoy por hoy con el surgimiento del marketing y de la era de la comunicación es el cliente el que decide.

Con esto, pues, queda en evidencia la importancia tanto del servicio al cliente como la necesidad de conocerlo para potenciar las estrategias de ventas.

De allí ha surgido ese concepto que conocemos como “segmentación”: crear segmentos o grupos a partir de un conjunto no homogéneo.

No obstante, cuando se plantea una estrategia de marketing digital en cualquier emprendimiento es importante destacar que la creación de segmentos o grupos de clientes, debe hacerse a partir de sus necesidades o preferencias, para lograr una ventaja competitiva.

Cuando vayas a segmentar, entonces, es esencial conocer esas necesidades, enfocar cuál es tu público objetivo, qué preferencias tiene… Solo así podrás ofrecer soluciones que encajen de forma apropiada con esas necesidades, lo que de alguna manera va a generar esa aceptación que buscas en tu cliente final y con ello una actitud positiva, hasta que se materialice la compra.

De esta forma, tus esfuerzos por atraer a tus prospectos no tendrás que hacerlos en la inmensidad de un cielo azul –me imagino como aquel en el que Juanito volaba sus cometas- sino que podrás dirigir tus esfuerzos de forma más directa y ello te llevará a optimizarlos, invirtiendo menos para ganar más.

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