Post publicado originalmente en el canal de noticias de Yahoo
La reciente polémica sobre una maestra estadounidense que estuvo a punto de ser despedida por publicar fotografías de su musculoso cuerpo semidesnudo en Instagram ha puesto nuevamente sobre el tapete la discusión sobre hasta dónde llega la línea que divide tu vida privada de la profesional. Y todo parece apuntar a que en el mundo de las redes sociales esa frontera no existe.
El caso de Mindi Jensen, la educadora de una escuela de Utah que enervó a unos cuantos padres por postear sus imágenes en bikini o en ajustados atuendos deportivos, es una demostración de lo fácil que es crear juicios apresurados sobre el carácter de una persona por mostrar instantáneas de su vida en internet. Las presuntas pruebas del comportamiento lascivo y pornográfico de Jensen en realidad mostraban sus actividades como fisicoculturista, una faceta que era desconocida por sus estudiantes y que en ningún momento atentaba contra su ética profesional.
Aunque Jensen demostró ser una persona responsable ante la comunidad educativa y logró conservar su empleo, la mayoría de las historias que se viralizan en el ciberespacio suelen mostrar una ausencia total de sentido común de sus protagonistas. El pasado 1 de septiembre, el Instituto Mexicano de los Seguros Sociales anunció la separación de su cargo de un médico pasante de una clínica en el estado San Luis Potosí por sus comentarios denigrantes sobre la localidad donde fue asignado y sus pacientes embarazadas.
El aspirante a doctor, usuario de la cuenta de Twitter @dispenseuste, no escarmentó con su expulsión de la importante institución del sistema sanitario mexicano y continuó expresando improperios en 140 caracteres. En su perfil, que muestra una imagen de Natalie Portman y Jean Reno en la película “El Profesional” y un avatar con una pose obscena, proclama: “Amo la medicina pero odio a la gente enferma”. Está claro que el futuro profesional del médico identificado como José no es muy promisorio al violar a viva voz su juramento hipocrático.
Vivir en la vitrina
Pero gran parte de los despidos que escapan de los oídos de la gran prensa no involucran comportamientos antisociales ni delictivos sino comentarios personales que son considerados inapropiados por los empleadores.
Para los especialistas ya no se trata de preguntarse si es justo perder el empleo por opiniones expresadas en una cuenta personal de Twitter o Facebook. El asunto está en que las redes sociales funcionan como una vitrina y las empresas aprovechan esas ventanas abiertas a tu intimidad para mirar lo que hay detrás de tu hoja de vida o de tu desempeño en la oficina.
“Es como si de pronto te conviertes en un político o un artista. En las redes sociales la celebridad eres tú y lo que sea que digas impacta”, opina Moisés Estaba, quien fue despedido hace 6 años de su cargo como periodista deportivo en un diario regional venezolano por emitir sus opiniones personales sobre la supuesta venta de un equipo de béisbol profesional en su cuenta de Facebook.
Su precipitada salida de El Sol de Margarita tuvo un profundo impacto en la vida del comunicador que ahora se especializa en el área corporativa. “En la actualidad creo que se debe tener cierta responsabilidad en lo que se escribe por las redes sociales. Anteriormente pensaba que eso no tenía nada que ver con lo que hacía en el trabajo, pero ahora veo que las redes son un reflejo de lo que eres”.
Paradójicamente, ahora a Estaba le toca seleccionar personal y admite que descarta a muchos candidatos por lo que hacen o dicen en sus publicaciones. “Las redes sociales son una vitrina. Sobre todo sirven para exponerte y mostrar lo que tienes, compras o consigues, como es el caso de Instagram. Y en Facebook muestras cómo son las relaciones con tus familiares y amigos y lo que te gusta”.
Puerta franca
Estaba dice que los usuarios de redes sociales tienen la opción de bloquear los contenidos de sus cuentas y aceptar con criterios muy selectivos a los miembros de su comunidad, pero que la mayoría no lo hace. “¿Por qué la empresa donde trabajas sabe que estás colocando fotos en trajes de baño u ofendiendo a alguien? Pues porque tú le das el acceso”, opina.
Esto elimina el espacio para la espontaneidad cuando uno se enfrenta al Social Media. Los usuarios deben convertirse de la noche a la mañana en comunicadores amateurs y decidir qué clase de contenido desean publicar y a quién lo van a dirigir. Una recomendación básica en el caso de Facebook es bloquear el contenido de los álbumes de fotos.
“Si decides tener una cuenta abierta a todos y aceptar a cualquiera pues tienes que aceptar que las cosas que publiques van a tener una repercusión”, recomienda Estaba.
Personal Branding
Una de las empresas que se toma muy en serio el manejo personal de las redes sociales de sus colaboradores es la firma tecnológica Dell, que estableció una universidad virtual en la que entrena a su gente a interactuar de manera apropiada con los clientes de la marca.
En su política global de Social Media, Dell especifica que si el colaborador no cumple con los principios establecidos puede enfrentar graves consecuencias como la finalización del contrato en caso de un incumplimiento grave.
David Cabrera, director de Recursos Humanos de Dell Latinoamérica, es un entusiasta del uso de las redes sociales para el fortalecimiento del personal branding o marca personal, estrategia en la que las personas proyectan una imagen cuidadosamente estudiada, como si fueran una marca.
En su presentación en el Social Media Day de Panamá, Cabrera enfatizó la necesidad de tener una estrategia de posicionamiento de redes para ser exitoso porque “todos somos una marca, una empresa”. A su juicio, en el mundo digital. “no somos lo que pensamos, somos lo que decimos en redes sociales”.
Cabrera también admitió que ha despedido a profesionales por sus publicaciones en sus cuentas privadas por faltas al código de ética. Quizás los colaboradores de Dell no pueden darse por sorprendidos si los despiden por meten la pata en la web, sobre todo cuando les advierten explícitamente que siempre hay que pensar dos veces antes de postear.
Su estricta política de uso de redes sociales parece no hacer mella en su ambiente laboral porque en el 2015 la empresa permaneció entre las 10 mejores multinacionales para trabajar en América Latina.
Mantén lo privado offline
La capacidad de comunicarnos de manera inmediata con personas en cualquier parte del mundo nos ha traído enormes ventajas como la posibilidad de trabajar desde casa o mantener cerca a los afectos que se encuentran geográficamente distantes. Pero también posee un lado oscuro que puede perjudicar nuestra reputación personal y profesional si somos demasiado cándidos o descuidados.
Está más que comprobado que las redes sociales son un pésimo lugar para la catarsis. Si odias a tu jefe, te sientes maltratado por tus clientes o te invade el impulso de ridiculizar a tu ex infiel revelando sus secretos, respira profundo y mantente alejado del wifi. En esos momentos hay que recordar lo que decían las abuelitas de que “los trapos sucios se lavan dentro de casa”.
No se trata de poner límites a la libertad de expresión sino de aprender a minimizar los problemas y maximizar los beneficios de una sociedad global hiperconectada. A la hora de postear en redes sociales, no hay mejor consejo que el uso del sentido común, desechar cualquier comentario racista u ofensivo y desterrar de tu archivo digital cualquier imagen donde aparezcas bajo la influencia del alcohol, sustancias prohibidas o en actividades sexuales.
Así como no sales desnudo al balcón de tu departamento si no deseas que te miren los vecinos, de la misma manera debes dejar tus intimidades fuera de las redes. Es la única manera de mantener tu vida privada lejos de las miradas de los demás.