Si Albert Einstein hubiera conocido una Íkola Board, quizá habría cambiado en algo aquella famosa frase que se le atribuye: “_La vida es como andar en bicicleta: para mantener el equilibrio tienes que seguir moviéndote_”. Porque en el vehículo de dos ruedas, el movimiento es mecánico, pero sobre esta tabla, el esfuerzo físico y mental es mucho más consciente, obteniendo como recompensa un balance interno que llega a exteriorizar, para lograr la anhelada armonía con su entorno.
“Lo que ofrecemos es más que un producto: es una experiencia de concentración, de conexión con tu ser interno. Hay un trabajo a nivel sináptico y muscular, se desarrolla la coordinación, se estimula el aprendizaje y se promueve la consciencia sobre el cuerpo al conocer cuáles son los músculos que debo mover para encontrar el equilibrio sobre la tabla, en medio de una sesión muy divertida además”, explica Vanessa Hung, creadora de la marca.
La iniciativa de esta estudiante de administración nace al conocer las tablas de práctica para surfistas y skaters (patineteros), usadas para encontrar el equilibrio dinámico antes de lanzarse a dominar olas o escalinatas. Y aunque existen ventas de los productos, la innovación surgió al explorar las oportunidades de compartir sus beneficios bioenergéticos con otros y ¿por qué no?, verlo como idea de negocio.
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“Otros sólo venden la tabla. Yo pienso que lo que la tabla brinda es lo que necesita Venezuela: armonía, balance. Y eso lo consigues al subirte a una, porque te conectas contigo mismo, consigues este equilibrio y ya el entorno no te descontrola y puedes construir otra realidad. Y prácticamente cualquiera puede hacerlo: hemos tenido desde niños de 4 años hasta un señor de 70 que estuvieron encantados con su vivencia”, agrega.
Desde inicios de este año, se han efectuado varias clínicas de balance gratuitas en espacios abierto de Caracas, como el Parque “Francisco de Miranda” y, más recientemente, en un concurrido centro comercial en Sabana Grande, para dar a conocer los beneficios de esta práctica. Próximamente, planean organizar algunas sesiones particulares para aficionados y otras más exigentes con practicantes de crossfit.
En Íkola, elaboran las tablas en compuesto de madera -lo suficientemente flexible y resistente para soportar la actividad- con un acabado colorido y presentadas en tres formatos, de acuerdo con los niveles de exigencia para conseguir el equilibrio dinámico: mantenerse erguido sobre la tabla sin que las esquinas toquen el suelo, mientras el peso corporal es soportado por un kroll (tubo corto con revestimiento de goma). ¡Imagínense intentarlo con las manos en lugar de los pies! (Y sí, es posible)
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En enero pasado, se incorporó a este emprendimiento Rodrigo Méndez, también estudiante universitario, pero de arquitectura. “La idea inicial cambió a la par de los prototipos de tabla que se hicieron. De un producto evolucionamos a ofrecer un servicio, que además creemos que se puede convertir en una cultura, como hacer running o montañismo, porque el bienestar personal es lo que te hace sentir mejor y te ayuda a superar cualquier realidad, por dura que parezca, como la de nuestro país ahora”, afirma.
Le preguntamos a los fundadores de este emprendimiento cuál consideran que es el valor que los distingue de otras iniciativas similares; qué es lo más importante que han aprendido en este camino y lo que necesita tener cualquier joven para emprender. A continuación, sus inspiradoras respuestas:
