Hace rato que dejó de extrañarnos cómo las actrices más glamorosas de Hollywood –cada vez más- se abocan a participar en campañas sociales con organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Cruz Roja Internacional.
Cuesta un poco verlas sin las lentejuelas, sin el maquillaje smoke ni calzando stilettos, en medio de conferencias en las que se debate acerca de la malnutrición que padecen los niños más desposeídos del planeta, el padecimiento de millares a causa del SIDA o los ultrajes que sufren a diario miles de personas desplazadas por las guerras. ¿Realmente ellas se interesan por esos temas?
El caso más reciente es el de la actriz Emma Watson: embajadora de ONU Mujeres, una agencia de ese organismo internacional que se ocupa de abogar por la independencia de las mujeres en diferentes zonas del planeta.
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Por su parte, Angelina Jolie, muy conocida por ser la esposa del actor Brad Pitt y la madre de sus siete hijos, entre adoptivos y nacidos de la pareja, desde 2001 es embajadora de buena voluntad de Acnur, y como tal debe ser, una voz influyente a favor de los refugiados en los cinco continentes.
La australiana Nicole Kidman ha prestado su imagen para ser embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, y su lucha ha sido para visibilizar las atrocidades cometidas contra mujeres del mundo entero por violencia de género. Otra australiana, Naomi Watts, en cambio ha sido considerada como embajadora de buena voluntad de esa misma organización, pero esta vez su misión es contribuir en la lucha contra la infección de SIDA en menores de edad.
La bellísima actriz india Aishwarya Rau Bachchan también ha puesto su grano de arena. Ella ha trabajado junto a ONU/SIDA en la tarea de crear conciencia contra este flagelo social y de salud que afecta a niños y adultos por igual.
Sin duda se trata de una estrategia en la que a través de actividades filantrópicas, estas mujeres han podido no solo canalizar inquietudes de tipo social, sino además asociar su imagen como personalidades del mundo del espectáculo a organizaciones sin fines de lucro, de prestigio mundial, con capacidad para influir en decisiones trascendentales dentro de las políticas de cada Estado.
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De manera que la ecuación siempre ofrecerá un saldo positivo, ya que ellas con esta asociación apuestan a ser valoradas más allá de la belleza y de la frivolidad que pueda irradiar el sector en el que habitualmente se mueven, para consolidar así su branding personal.
De alguna manera, ellas se “adueñan”, así sea de forma transitoria, de los atributos intangibles que derivan de estar asociadas a un organismo internacional de carácter no lucrativo, cuyas acciones se localizan en la esfera social-filantrópica.
Según la definición de tumarcapersonal.net, el marketing personal “es la estrategia (…) que cada uno puede aplicar a sí mismo para alcanzar, satisfactoriamente, los objetivos deseados y ser valorado por los talentos personales”.
Además de ser valoradas por su talento como actrices dramáticas, en una industria imparable y que tiende a crear fuertes estereotipos sociales, estas mujeres blindan su imagen con valores asociados a la caridad, la justicia, la equidad y la igualdad. Así estas virtudes pasan a formar parte de sus talentos personales, ya que ellas estarán inmersas en toda acción que realice el organismo que representen con la finalidad de lograr su cometido.
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Ellas, en su carácter de influencers, buscarán atraer las buenas voluntades a las acciones de estos organismos, que no siempre son bienvenidos por quienes detentan los poderes en cualquier nación del mundo.
Más allá de saber si ellas están realmente interesadas en estos graves problemas reales del mundo, la construcción de sus marcas personales ha pasado ya por un agudo análisis sobre cuáles son las simbiosis que podrían aportarles significativas ventajas. Y la filantropía sigue rindiendo altos beneficios.
