El próximo 5 de agosto se inaugurarán en la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, los Juegos Olímpicos. Una fabulosa fiesta deportiva que concentra la atención de millares de personas alrededor del mundo, y en la que entrarán en competición 42 modalidades deportivas, con atletas provenientes de 206 países.
Será una oportunidad no solo para los deportistas de alta competencia de demostrar sus talentos, sus condiciones físicas, emocionales y mentales; sino también una ocasión en la que grandes marcas podrán destacar y fortalecerse al ser patrocinadores oficiales olímpicos: Coca Cola, Bridgestone, General Electric, McDonald’s, Panasonic, Omega, Procter & Gamble, VISA, Claro, Nissan, Embratek y Correios son algunos de los que están en la lista.
Vale la pena destacar que más del 50% de los ingresos que se generarán por este magno evento mundial provienen de sus sponsors, tanto locales como internacionales.
La inversión para organizar estos Juegos Olímpicos fue de alrededor de 4.600 millones de dólares, a pesar de que la economía brasileña se estancó en un 5% en el primer periodo de 2016. Sin embargo, la fiesta no será retrasada ya que es la segunda ocasión en la que un país latinoamericano es sede de esta cita olímpica. La primera vez le correspondió a México en 1968.
Por lo tanto, Brasil no se quiere quedar atrás. En comparación con el costo de los Juegos Olímpicos celebrados en Londres, durante 2012, considerado los más caros de la historia con una inversión de 15.000 millones de dólares, estos saldrán por menos de un cuarto de lo gastado en el Reino Unido.
Así es como el marketing deportivo tendrá días de gloria durante esta fiesta: cerca de un 10% de las ganancias provendrán del merchandising y de las licencias que se venderán durante estos 16 días de atractivas actividades, tanto deportivas como culturales. Dicen los expertos que las ventas de las entradas van a generar cerca de 15% de ganancias, mientras que el restante 25% provendrá de la participación de los Comités Olímpicos Internacionales. Así, entre noticias de dopaje y de una Villa Olímpica aún en construcción, falta muy poco para que se prenda la fiesta que dejará ganancias millonarias a Río de Janeiro, activará su turismo de por sí frenético y contagioso, y además despertará emociones en miles de personas ávidas de esperanzas.
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